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DESMONTANDO MITOS


​Carpe diem: el vitalismo como mantra social de lo positivo y deseable

En tal encrucijada me encuentro al desmontar este mito. Tal palabro empezó a tornarse popular con aquella película bucólica y con guiños a la crítica de los sistemas educativos de occidente, el club de los poetas muertos. A modo de resumen, para tratar de ilustrar la encrucijada que nos convoca la película, un profesor de literatura joven y entusiasta ingresa en un prestigio colegio privado de Reino Unido con la intención de mostrar a sus bisoños pupilos que los valores que propugna tal institución académica son antiguos y aburridos y que ellos mismos deben escoger una forma vitalista de ser y de formarse como individuos. Carpe diem( vive el momento), el disfrute del aquí y el ahora, despreocupados de nuestro pasado y nuestro futuro, soñar despierto...¿ Quién sería capaz de evitar caer en el poder de seducción de esta perspectiva vital? Algo que empezó a trasmitirse por aquellos años 60 continúa fresco como la hierba mojada tras las caricias del rocío de la mañana en nuestro imaginario colectivo. Poco hemos cambiado y si en algún aspecto fuere lo contrario, sería para peor. Tal frase como la inocencia perversa de un niño que ha vivido demasiado de lo que su infancia pedía. Encrucijada porque algo tan maravilloso no puede ser tan pernicioso si observamos con mayor detalle y profundidad lo que en realidad promueve.

Un ciudadano que soslaya su pasado y su futuro sería del todo nefasto para su realización personal. Sería como un acto de cobardía el no afrontar planes de futuro el hecho de refugiarse en el presente más inmediato. Cuando queremos lograr algo trascendente para nosotros no podemos evitar trazar objetivos, dedicar tiempo y esfuerzo, sacrificar ciertas cosas para obtener el fin deseado. Vivir el momento nos volverá ociosos e irreflexivos, demasiado distraidos para realizar proyectos. En cuanto a desprendernos de nuestro pasado, nos haría irresponsables a todas luces de las consecuencias de nuestros actos, a parte de perder nuestra identidad como individuos. Quizás los que vivan el momento sean personas que quieran huir de algo que no les agrade en su vida. El consumo de drogas se antojaría cotidiano para potenciar tal estado de aprovechamiento de la inmediatez de la vida. Nos hace personas desorientadas y fácilmente manipulables sin duda alguna. Si observamos tal ideología vitalista desde una perspectiva más amplia, nos daremos cuenta de que va en contra de valores tan importantes como la disciplina, el honor, la voluntad,...instaurando un modus vivendis basado en la pereza, la diversión, ... Algo que no es preciso construir con esfuerzo y perseverancia como los anteriores. En definitiva, una aguda reflexión a tener en cuenta. Sería mejor apostillar : Carpe diem, la cotidianidad de nuestro tiempo que degenerará al ser humano del mañana.


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